Janet Horne: El Eco Final de la Caza de Brujas en Escocia
El Terror de la Caza de Brujas Escocesa: Una Brutal Realidad
Para entender la tragedia de Janet Horne, debemos transportarnos a una Escocia donde el miedo a la brujerÃa era una fuerza palpable, casi una enfermedad social. Durante siglos, la creencia en pactos con el diablo y la magia negra estaba profundamente arraigada, alimentada por la inestabilidad polÃtica, las enfermedades y la pobreza.
La Ley de BrujerÃa de Escocia, promulgada en 1563, abrió la puerta a una de las cazas de brujas más intensas y brutales de Europa. A diferencia de otras naciones donde el clero o la nobleza ejercÃan un control más centralizado, en Escocia, la persecución estaba a menudo impulsada por las iglesias parroquiales locales y los presbiterios, lo que la hacÃa aún más implacable y generalizada. Se estima que unas 2.500 personas, en su mayorÃa mujeres, fueron acusadas y ejecutadas entre 1563 y 1736. Esto representa una proporción de la población ejecutada por este "crimen" significativamente más alta que en cualquier otro paÃs.
Los juicios eran a menudo una farsa de justicia. Las confesiones se obtenÃan bajo torturas horribles, como la "bota" (un instrumento que aplastaba la pierna) o el "tornillo de pulgar" (que aplastaba los dedos). Las "pruebas" podÃan ser tan absurdas como la búsqueda de la "marca del diablo" (una insensible marca en el cuerpo, que podÃa ser un lunar o una cicatriz), o simplemente la incapacidad de la acusada para recitar el Padre Nuestro sin errores. Los "prickers" eran empleados para encontrar estas marcas, a menudo con agujas trucadas, garantizando un resultado condenatorio.
Janet Horne y su Hija: VÃctimas de la Ignorancia y la Desesperación
Janet Horne era una mujer anciana, que, según los relatos, padecÃa de senilidad o demencia, lo que la hacÃa particularmente vulnerable e incapaz de comprender o defenderse de las acusaciones que se le imputaban. VivÃa con su hija, quien sufrÃa de una deformidad en manos y pies, una condición que, en aquella época, a menudo se interpretaba como una señal de infortunio o una marca diabólica.
La combinación de la vulnerabilidad de Janet y la condición fÃsica de su hija, sumada a la ignorancia y el miedo arraigado de los vecinos, se convirtió en su sentencia de muerte. Las acusaciones que se vertieron contra ellas eran tan fantásticas como crueles: se decÃa que Janet habÃa transformado a su propia hija en un pony y que la habÃa montado para ir a encontrarse con el Diablo en reuniones secretas con otras brujas. En otra variación de la leyenda, se dice que Janet herró a su hija transformada en pony, y al volver a su forma humana, la joven tenÃa las herraduras clavadas en manos y pies, lo que "explicaba" su deformidad. ¡Una fantasÃa macabra que, sin embargo, fue tomada como verdad absoluta por la comunidad!
El Juicio Rápido y la Sentencia Brutal
Madre e hija fueron arrestadas en Dornoch, en Sutherland, y encarceladas. Se dice que, al darse cuenta del peligro inminente, la hija de Janet, con algo más de lucidez, logró escapar de la prisión y huir. Janet, en su estado de deterioro mental, no pudo defenderse eficazmente ni articular una huida.
Al dÃa siguiente de su arresto, el caso de Janet Horne fue un mero trámite. Un breve "juicio" ante las autoridades locales la encontró culpable de brujerÃa. La sentencia fue inmediata y brutal: ser quemada viva en una hoguera. Este era un método de ejecución a menudo asociado a la brujerÃa, aunque el ahorcamiento era más común en Escocia para este "crimen", la quema se reservaba para los casos de brujerÃa más "graves" o para purificar el cuerpo de la influencia del diablo.
La Última Llama: Un Final Horrendo en Dornoch
La ejecución de Janet Horne tuvo lugar en junio de 1727 (aunque algunas fuentes históricas también citan 1722, siendo esta la fecha más comúnmente aceptada para la conmemoración) en Dornoch. Fue llevada a la hoguera, y su muerte marcó el último caso registrado de una ejecución por brujerÃa en las Islas Británicas. Se cuenta que, en su confusión, antes de ser consumida por las llamas, Janet Horne se quejó del frÃo. Un detalle desgarrador que subraya la fragilidad de su mente y la crueldad de su destino.
Hoy en dÃa, en un jardÃn de la Calle Carnaig en Dornoch, se encuentra una piedra conmemorativa, un sombrÃo monolito con el año 1722 grabado en ella, marcando el sitio de esta última y trágica ejecución. Es un recordatorio silencioso de la oscuridad que puede surgir del miedo y la ignorancia.
El Legado: Un Cambio de Conciencia y el Llamado a la Justicia
La muerte de Janet Horne, aunque tardÃa, contribuyó a un cambio de conciencia en Escocia y más allá. Menos de una década después de su ejecución, en 1736, el Parlamento Británico abolió la Ley de BrujerÃa de Escocia, declarando ilegal la acusación de brujerÃa. Esto no significó el fin de la superstición de la noche a la mañana, pero sà el fin de la persecución legal y las ejecuciones sistemáticas.
La historia de Janet Horne es un poderoso recordatorio de las miles de personas, en su mayorÃa mujeres, que fueron vÃctimas de la caza de brujas a lo largo de los siglos. Su nombre, aunque quizás no fuera su nombre real (ya que "Janet Horne" era a veces un nombre genérico para brujas en el folclore escocés), se ha convertido en el sÃmbolo de todas ellas, un eco de la injusticia y el terror.
Hoy, más de 300 años después, movimientos como "Witches of Scotland" buscan activamente un perdón legal, una disculpa oficial por parte del gobierno escocés y la erección de un monumento nacional para honrar a estas vÃctimas. Buscan reconocer que estas personas no eran brujas, sino vÃctimas inocentes de la superstición y el fanatismo. La historia de Janet Horne nos invita a reflexionar sobre la importancia de la razón, la compasión y la justicia, y a recordar que la historia, por oscura que sea, debe ser conocida para que nunca se repita.
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