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| Imagen de Stefan Baumgartner desde Pixabay |
La Historia de Greyfriars Bobby
La Fidelidad Inquebrantable: En 1858, John Gray falleció de tuberculosis y fue enterrado en el cementerio de Greyfriars Kirkyard. A partir de ese momento, Bobby se negó a abandonar la tumba de su amo. A pesar de los intentos de los cuidadores del cementerio por ahuyentarlo, Bobby siempre regresaba y permanecÃa junto a la lápida, sin importar el clima.
El Reconocimiento de la Ciudad: La increÃble lealtad de Bobby conmovió a los habitantes de Edimburgo. La gente comenzó a cuidarlo, llevándole comida. En 1867, cuando se introdujo una ley que exigÃa que todos los perros tuvieran licencia o serÃan sacrificados, el Lord Provost (alcalde) de Edimburgo, Sir William Chambers, pagó la licencia de Bobby y le dio un collar especial, que hoy se exhibe en el Museo de Edimburgo.
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Su Descanso Final: Bobby continuó su vigilia fiel durante 14 años, hasta su propia muerte el 14 de enero de 1872. Fue enterrado justo dentro de la puerta de Greyfriars Kirkyard, no lejos de la tumba de John Gray, en reconocimiento a su inquebrantable lealtad.
El Legado: Poco después de su muerte, en 1872, se erigió una estatua de Bobby a tamaño real frente al Greyfriars Kirkyard, encargada por la Baronesa Burdett-Coutts. Esta estatua se ha convertido en un punto de referencia icónico y un lugar de peregrinación para turistas de todo el mundo que desean rendir homenaje a este fiel can. La historia de Bobby ha inspirado libros y pelÃculas, consolidando su lugar como una de las mascotas más famosas y queridas de la historia.
Aunque existen algunas versiones alternativas o debates sobre la exactitud de ciertos detalles de la historia, la esencia de la lealtad de Bobby perdura y sigue siendo una fuente de inspiración.
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